Considerar al otro como un objeto y fuente de gratificaciones para uno mismo. Esta práctica se basa en una relación de desigualdad, exenta de empatía y de reconocimiento del otro como persona y sujeto con derechos y sentimientos. La persona que está en una situación de privilegio, obedeciendo a una concepción de propiedad y dominio, se siente legitimada a tratar a alguien de manera coercitiva, y como ser subordinado, para beneficio propio. Esta creencia en cuanto a las mujeres, tan presente en la pornografía y en la publicidad, está en la raíz de muchos delitos sexuales. Rita Laura Segato, que asegura que la cosificación y la mentalidad extractivista es el fundamento del poder patriarcal, ha desarrollado el concepto de «pedagogía de la crueldad», que define del siguiente modo: «Llamo pedagogías de la crueldad a todos los
actos y prácticas que enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas» (2021, 11). Segato señala que el tráfico de mujeres y la explotación sexual son el paradigma de la pedagogía de la crueldad.