Calidad moral de uno mismo basada en los valores colectivos de la rectitud y la honradez, y que persigue el reconocimiento y el respeto por parte de los otros en forma de reputación. Históricamente, el honor de las mujeres se ha fundamentado en la virginidad y la castidad, es decir, en el control de su sexualidad y la reproducción. El honor femenino está controlado socialmente porque su pérdida afecta no solamente a la reputación de la mujer, sino a todo su grupo familiar, el cual queda afectado por la vergüenza de los hechos. En muchos contextos sociales, las supervivientes de violencia sexual aún hoy son estigmatizadas y culpabilizadas de las agresiones de las que han sido víctimas (incluso pueden ser repudiadas por sus propios maridos) porque, de acuerdo con unas tradiciones y costumbres patriarcales, han perdido el «honor». El estigma y el aislamiento social de las mujeres que han sufrido violencia sexual «por haber perdido el honor» muy a menudo implica también al hijo fruto de la violación. Por este motivo, en muchos contextos bélicos la violación de las mujeres se convierte en arma de guerra contra el enemigo. En muchos países, aunque la violación es perseguida por la ley, los códigos culturales, religiosos y sociales que «supuestamente velan por la preservación del honor de las mujeres», obligan a la superviviente a casarse con su violador.