El término TERF es el acrónimo en inglés de Trans-Exclusionary Radical Feminist, que en castellano se traduce como feminismo radical transexcluyente (FRTE), también conocido coloquialmente como terfismo. Fue popularizado en 2008 por la bloguera feminista transinclusiva Viv Smythe, con el objetivo de describir una corriente minoritaria dentro del feminismo radical que, a diferencia de otros sectores más inclusivos o neutrales, sostenía posiciones consideradas transfóbicas. En concreto, esta corriente niega el reconocimiento de las mujeres trans como mujeres y rechaza la inclusión de las personas trans en las luchas feministas.
El terfismo se fundamenta en una visión esencialista y binarista del género, que asocia el hecho de ser mujer de manera exclusiva al sexo asignado al nacer. Esta perspectiva defiende la separación estricta de espacios según el sexo biológico y se opone a la participación de mujeres trans en espacios segregados por género, como baños, vestuarios o refugios para mujeres. Este posicionamiento ha sido objeto de críticas por reforzar estereotipos sexistas y discursos biológicos deterministas, y en determinados contextos ha coincidido o colaborado con sectores antifeministas y de extrema derecha que instrumentalizan el feminismo para atacar los derechos de las personas trans.
Hoy en día, el término TERF se ha convertido en una expresión polémica dentro de los debates feministas contemporáneos. Desde algunos sectores se utiliza como etiqueta crítica para señalar posturas antitransgénero, mientras que las personas o colectivos que son objeto de él a menudo lo rechazan por considerarlo un término peyorativo o insultante, alegando que invisibiliza o tergiversa sus reivindicaciones en torno al sexo y la desigualdad estructural entre mujeres y hombres.